
Así que como me gustó tanto tanto, le pregunté si quería acompañarme al Reino Encantado... Para convencerlo, le hablé de las Corazón-Hadas y de lo contentas que se pondrían al conocerlo. Como el rugido del mar le impedía escuchar lo que le estaba diciendo, le escribí algunas palabras en la arena...
E incluso le permití beber un poco de té de la tetera de mi pulsera Pandora...

Después de pensarlo durante un buen rato me dijo que su sitio estaba en al mar pero que no olvidaría a las pequeñas Corazón-Hadas y que su recuerdo le acompañaría siempre en su larguísimo camino...

Cuando levanté la cabeza, el pequeño Caracol había desaparecido... Para comprobar si todo había sido real y no fruto de un sueño, quise preguntarle a mi marido pero él estaba ocupado en otras cosas...
Yo tampoco olvidaré a ese pequeño caracol y para acordarme siempre de su dulce vocecilla creé este pequeñuelo Tilda...

¿Nos encontramos el lunes?
Besos desde el Reino Encantado,
Casiopea.