Un día y una frase.

Hoy he tenido uno de esos días en los que, al abrir los ojos por la mañana y recordar todo lo que tenía previsto hacer en el día, he sentido ganas de dar media vuelta, taparme la cabeza con la manta y pasar así las siguientes 24 horas.
Ese ha sido el momento en el que: me he obligado a recordar esa frase que siempre procuro tener presente en semejantes instantes de pánico tempranero...

—Ves, Momo —le decía, por ejemplo Beppo Barrendero—, las cosas son así: a veces tienes ante ti una calle larguísima. Te parece tan terriblemente larga, que nunca crees que podrás acabarla. Y entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía, empiezas a tener miedo, al final estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer.
Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en el siguiente.
Después de una nueva y larga interrupción, siguió:
—De repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta cómo ha sido, y no se está sin aliento. Eso es importante.
Michael Ende (Momo)

No niego que el día ha sido largo, terriblemente largo, pero he sobrevivido.

Y ahora estoy en ese momento satisfactorio, en que todo ha sido hecho y... tengo unas cuantas horas para leer, tejer...

Con luz tenue y música tranquila...



Buenas noches,

Casiopea ♥